He notado todo lo contrario. De hecho, después de la actualización del sistema de Google Play, la lentitud se pronunció aún más. Tomando en cuenta que compré este teléfono, entre otras cosas, por los prometidos 120 hz, verlo circular a 30-20 al pasar a segundo plano Instagram, por ejemplo, ya fue bastante molesto durante el primer año de uso. Pero que eso haya empezado a suceder ahora también con WhatsApp, Signail e incluso moviéndome dentro del mismo sistema, es cansino.
Sin mencionar que el recalentamiento siempre estuvo ahí, pero se agravó desde marzo —no sé qué actualización tenía el móvil entonces— y sigue sin solucionarse.
En síntesis, cuando cambie de teléfono, que será mucho antes de lo previsto —pues también me planteé tener este terminal por sus años de actualización—, no volveré a consumir en mi vida un producto Samsung. Y no he hablado de la cantidad de sobrante nativo del teléfono, con apps que jamás acabarás usando, o el teclado mamorreta de Samsung, que está ahí no sé para qué, porque todos usamos el de Google.
