¡HOLA, MEMBERS! Perdón que grite, pero tal vez no estén escuchando bien, ¿Será que el volumen alto de sus audífonos les está haciendo daño?
Lo sé, créanme que lo sé, hay canciones con las que no nos alcanza el volumen máximo de nuestros dispositivos, pero abusar de un volumen excesivamente alto en nuestros audífonos puede generarnos problemas de audición a largo plazo, e incluso, llegar a perder por completo la audición. 😨
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 1.000 millones de personas jóvenes de todo el planeta corren el riesgo de perder audición debido al volumen excesivo y al tiempo prolongado con el que escuchan música. El 50% de las personas con una edad comprendida entre los 12 y los 35 años escucha música con un volumen potencialmente perjudicial cuando escuchan con audífonos, y el 40% de este mismo grupo de edad está expuesto a niveles de presión sonora dañinos cuando escucha música en discotecas, bares y conciertos. Lo realmente perjudicial para nuestros oídos es que se vean sometidos a un nivel de presión sonora excesivo durante un tiempo prolongado.
Habitualmente se considera que el espectro de frecuencias audible se extiende entre 20 Hz y 20 kHz, pero en realidad este pronóstico es muy optimista debido a que el sistema auditivo de la mayor parte de las personas no consigue identificar un rango de frecuencias tan amplio. Además, con la edad este rango se va estrechando, limitando especialmente nuestra capacidad de percibir los sonidos más agudos. Ojo, todos perdemos la audición con la edad, pero perderla naturalmente con el tiempo es muy diferente a perderla antes de tiempo por malos hábitos.
La tabla que acabas de ver fue elaborada por el Centro de Control Prevención de Enfermedades (CDC – siglas en inglés) y nos dice qué tanto tiempo debemos estar expuestos a un nivel de sonido para que nos lastimemos los oídos.
Si sometemos nuestros oídos a un nivel de ruido persistente de unos 92 dB, que es la presión sonora a la que nos vemos expuestos si nos colocamos en la orilla de una autopista muy transitada, la lesión en nuestro oído aparecerá cuando transcurra aproximadamente una hora y media. Sin embargo, si nos exponemos a un ruido con una intensidad de unos 107 dB, como el que emite el motor de un cortacésped, el daño en nuestros oídos aparecerá en solo 3 minutos. No necesitas ser un experto en números para entender esto: entre más fuerte es el sonido, en menos tiempo aparece el daño en nuestros oídos. El síntoma que refleja con claridad la lesión es el tinnitus, que no es otra cosa que ese zumbido persistente que todos hemos escuchado en alguna ocasión al salir de un concierto o fiesta épica, (No tan épica como nuestro Galaxy S21), y que procede del interior de nuestros oídos. Ahora, no se alarmen (tanto), si no reincidimos y la exposición no es demasiado prolongada, es probable que no se produzca una lesión grave y nos recuperemos en poco tiempo, pero si la exposición es prolongada y se repite con cierta frecuencia, corremos el riesgo de perder audición de forma irreversible.
Ahora, les hemos hablados de autopistas y de cortacéspedes, ¿Y los audífonos qué?, ¿por qué pueden ser peligrosos los audífonos si nos excedemos con el volumen? Sencillamente porque la proximidad de los pequeños altavoces que incorporan a nuestros oídos les permite alcanzar con mucha facilidad un nivel de presión sonora muy elevado. Además, algo que nos interesa tener muy presente a los usuarios es que si usamos audífonos en espacios ruidosos, como, por ejemplo, un avión o un tren, nos veremos obligados a incrementar el nivel de volumen y por lo tanto el nivel de presión sonora entre 10 y 13 dB por encima del ruido de fondo para poder disfrutar el nuevo discazo de Kanye West en nuestra plataforma favorita, y esto suele ser perjudicial porque nos sitúa prácticamente siempre muy por encima del umbral de presión sonora más allá del que nuestros oídos pueden resultar dañados.
Afortunadamente, tenemos herramientas para combatir este problema. Una de las cosas que podemos (tenemos que) hacer es usar un volumen moderado y adoptar periodos de descanso frecuentes. ¿Esto es todo? Sí, pero decirlo es mucho más fácil que hacerlo, especialmente si son de esas personas, como yo, que están casi todo su horario laboral escuchando música. Es probable que muchas personas no tengamos claro qué es un volumen moderado, por lo que podemos tomar como punto de referencia un 60% del volumen máximo que nos ofrecen nuestros dispositivos. Claro, no todos ellos alcanzan el mismo nivel de presión sonora si colocamos el volumen justo en ese valor porque intervienen muchos parámetros que condicionan su rendimiento, como el amplificador de potencia del smartphone o los auriculares, pero resulta útil como punto de orientación.
Además, buena parte de los teléfonos móviles relativamente recientes nos ayuda a la hora de evitar que nos excedamos con el volumen bloqueando el volumen cuando queremos exceder un nivel alto y preguntándonos si realmente queremos subirle tanto, sí, ese aviso molesto ya no están molesto, ¿cierto?. Precisamente, ese umbral suele comenzar aproximadamente en ese 60% del volumen máximo del que hemos hablado en el párrafo anterior. Esta indicación aparece cada vez que manipulamos el volumen, por lo que es imposible ignorarla si estamos mirando la pantalla de nuestro smartphone. Aun así, esta no es la única herramienta que tenemos a nuestra disposición para evitar que suframos pérdida de audición.
Es muy importante que, además de controlar el volumen, reduzcamos el estrés al que sometemos nuestros oídos, dándoles periodos de descanso relativamente frecuentes. Esta estrategia nos ayuda a combatir la sobreestimulación. Los expertos suelen aconsejarnos que descansemos durante 5 minutos cada 30 minutos de escucha de música u otro sonido; o como mucho, cada 60 minutos. De hecho, la estrategia más aceptada por algunas instituciones especializadas en la salud de nuestros oídos, como la organización estadounidense Hearing Health Foundation, es la «regla 60-60», que consiste en escuchar nuestros contenidos a un volumen nunca superior al 60% del valor máximo y en ningún caso durante más de 60 minutos consecutivos.
El principio de funcionamiento de los auriculares es esencialmente el mismo, más allá del tipo de su sistema de acoplamiento (circumaural, supraaural o intraaural, más delante les explicamos cada uno), sin embargo, aunque unos auriculares circumaurales tengan mucho en común con unos intrauriculares, su impacto en nuestra salud auditiva no es el mismo. Antes de seguir, les vamos a explicar cada uno. Los auriculares intraaurales son los que van colocados en el interior de nuestra oreja, como los Galaxy Buds; los supraaurales son los que utilizan unas almohadillas para apoyarse sobre la superficie de nuestro pabellón auricular, como esa marca de manzanita cuyo nombre no recordamos; 🤢 y los circumaurales son los que envuelven por completo nuestra oreja, de manera que sus almohadillas reposan sobre nuestro cráneo, pero no sobre el pabellón auricular, como unos audífonos de gamer o de operador de call center.
Ahora, ¿Cuáles son los mejores audífonos? Bueno, eso depende del uso y el contexto en el que los vayamos a usar, pero si hablamos estrictamente desde el punto de vista de nuestra salud auditiva, los circumaurales con cancelación de ruido (Los que cubren toda nuestra oreja), son los mejores, porque nos aíslan del ruido exterior con más eficacia, por lo que no nos obligan a incrementar el nivel de presión sonora en torno a esos 10 o 13 dB adicionales sobre el ruido de fondo que pueden provocarnos a medio o largo plazo una lesión irreversible. ¿Entonces son los mejores para todo? No, si te gusta la actividad física, vas a tener que parar cada vez que se te desacomoden, en ese caso, la mejor opción son unos intraaurales, como los Buds, que también cuentan con cancelación de ruido, por lo que no vamos a tener que subirle tanto a las rolas de Wendy Zulca mientras hacemos ejercicio con cara de malotes en el gimnasio.
Elijamos los auriculares que elijamos, no debemos olvidar que la mejor forma de proteger nuestros oídos no es otra que moderar el volumen tanto como sea posible y llevar a cabo periodos de descanso frecuentes.
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