Siempre he querido conocer la costa Michoacana, pero ninguna de mis amistades se atrevía a acompañarme.
Empece a salir con un español que llevaba muy poco tiempo en México. Nuestro primer viaje le dije que me lo iba a llevar a comer langosta a una de las playas más lindas de México (Maruata). Al entrar a Michoacán, nos quedamos totalmente incomunicados. No entraban llamadas, no había señal...el teléfono se murió totalmente. A pesar de ser extraño para el, era lindo estar lejos de la vida social. En nuestro recorrido vimos un coche lleno de oyos de balas y mi galán se sacó de onda, pero le dije que no pasaba nada, cosas que podías encontrar de vez en cuando en México. Paramos en varias playas vírgenes y estuvimos 10 días de road trip.
De regreso, cuando volvimos a conectar con la señal, resulta que la empresa de chavo había puesto detectives a buscarlo, ya que una Ucraniana se lo había llevado a la costa michoacana y desapareció de la faz de la tierra durante 10 días. Tenía llamadas de todo el mundo (literal), casi casi de despedida. Se tardo 3 horas en explicarle a sus compañeros, amigos y familiares que estaba vivo y muy bien. Además, tuvimos que ir a levantar un documento, ya que habían metido mi nombre como posible secuestradora. Fue una historia épica.
El viaje fue el más hermoso del universo. La gente de Michoacán es bellísima, las playas son un sueño y se come espectacular.
