Cómo no recordar aquel siete de enero del 2020, cuando el coronavirus aún no llegaba a perturbar nuestras vidas, tiempo en donde las personas caminaban libremente sin mascarillas, sabiendo que al final del día llegarías a tu casa tranquilo, pues bueno, este día es uno de esos, ya que todo comenzó después de levantarme temprano de mi cama, con las mismas energías de siempre, pero emocionado de que aquella mañana emprendería un viaje que cambió mi forma de ver la naturaleza. Como era costumbre, salí con mi perrito llamado Toby Machado (Sí, lo considero mi hijo pequeño) rumbo a un lugar muy acogedor llamado El Lechero que es un arbolito milenario que se encuentra ubicado en la cuidad de Otavalo al norte de mi bello país Ecuador; salí de mi casa sin saber que es lo que me podría esperar, y, aunque el camino me lo sé de memoria, para mí, cada viaje es único por lo inesperada que puede llegar a ser la vida; ya encontrándome en medio camino, descubrí un lugar un poco escondido que me llamó la atención ya que me sorprendí con la cantidad de árboles que había, pero sobre todo los animalitos que los habitaban, desde mosquitos tan diminutos hasta aves que tenían sus nidos en lo más alto de estos, por lo que decidí explorar un poco el lugar; era muy extraña la sensación que tenía en ese momento porque yo vivo enamorado de la naturaleza y nunca había visto un lugar tan acogedor, en donde dices, aquí voy a descansar un poco hasta retomar fuerzas y seguir con mi camino, yo sé que no es nada del otro mundo ver paisajes o algo por el estilo, pero a mi me llena de paz, tranquilidad, pero saben, yo no era el más emocionado por encontrar aquel lugar, el verdadero emocionado era mi perrito Toby, que apenas llegamos al lugar y no se imaginan la alegría que tenía, jugaba, se revolcaba en el césped, ladraba demasiado fuerte por lo que me quedé atónito porque nunca lo había visto así, entonces aproveché el momento para sacarle unas fotos con mi celular en ese entonces Samsung Galaxy Note 10+ (que meses después me lo robarían) para tenerlos como un bonito recuerdo. Saqué por lo menos unas 10 fotos de mi perrito pero esta es mi favorita, porque representa la felicidad en si, de un animalito en su verdadero habitad; entonces ver tan feliz a mi perrito me hizo concientizar sobre lo importante que es la naturaleza para ellos, por lo que desde ese momento decidí respetar más al medio ambiente, y aprovechar día a día cada situación, cada sentimiento y sobre todo honrar la vida como lo hace un perrito.
