Recuerdo que el reloj digital negro en mi muñeca izquierda, en ese momento marcaba las 5:33 de la mañana. Una hora que para muchos, significa unos 5 minutos más en la cama por favor; pero en ese especial día yo ya me encontraba bañado y vestido, aunque mis ojos no tenían intención de abrirse por completo. Sé que puedes preguntarte: ¿qué hace especial a un día en el que te levantas tan temprano por la mañana?, no te impacientes ahora te lo cuento (de forma resumida claro). Junto a mi padre y mi madre, iríamos a visitar un asilo para señores(as) grandes con el objetivo de ayudar como podemos, sin ningún ánimo de recibir recompensa. Y aunque no lo crean me emocionaba mucho acompañarlos, ya que a mi forma de ver las cosas, esas personas grandes que se encontraban en el asilo, podrían ser mis padres por cualquier circunstancia de la vida (nunca se sabe), y por esto esa mañana tenía una actitud de servir (para no aburrirte mi amigo lector, apresuro la historia de mi #DiaAsombroso, y paso al asunto de ese día en cuestión que lo califica como tal). Al llegar al asilo junto a mis padres, los señores(as) grandes no se encontraban en las peores condiciones; pero tampoco se asomaba una sonrisa en sus cansados y delicados rostros, lo que para mí fue motivo de una triste pena, no por ellos ni su situación (que no discrimino, pero puede ser mejor); sino por la pregunta que me inundó: - ¿dónde quisieran estar ellos en este momento?, no fue fácil para mí que luego de esta pregunta tuve que forzar mi mejor sonrisa, porque no merecen ver otro rostro triste. Así que me dispuse con toda la actitud, a proporcionar a cada señor(a) grande, un pequeño desayuno que mis padres y yo habíamos preparado con cariño. Luego del desayuno, me dediqué junto a mis padres, a hacerle compañía a cada señor(a) grande, para escuchar atentamente lo que tenían para charlar. Cada vez que me acercaba para platicar con un señor(a) grande, no faltaba una cálida sonrisa que sin ellos saber me llenaba de forma indescriptible el alma y me hacía sentir comodidad como nada en el mundo. Por cada cálida sonrisa de un señor(a) grande recibida aquel día, este último se volvió mi #DiaAsombroso, que me demuestra lo sencillo que puede ser cambiar un mal día a uno asombroso.
